lunes, 30 de septiembre de 2019

"MUERDE LA BALA", 
DE RICHARD BROOKS



El metal de una bala alivia el dolor de una muela

"Muerde la bala es mi poema de amor para América. Amo a esta gente y la belleza de nuestro país”. La frase es de Richard Brooks, coguionista de películas como Cayo Largo (1948) de John Huston o La reina cobra (1944) de Robert Siodmak y realizador de filmes como Semilla de maldad (1955), Lord Jim (1964), La gata sobre el tejado de zinc (1958) o Los profesionales (1966). En su última etapa Brooks  dirigió Muerde la bala (1975) , un western “crepuscular” que es también un auténtico canto a la vida y a la defensa de la naturaleza y de los animales, rodado en escenarios naturales y con una cuidada fotografía.
La crítica coincidió en afirmar que, uno de los grandes aciertos de Muerde la bala fue la elección de Gene Hackman como motor en torno al que gira todo un reparto coral. Hackman interpreta con gran convicción a un vaquero desterrado y gran amante y  defensor de los animales. Su personaje estuvo pensado en un principio para Charles Bronson. 

   Brooks aprovecha el que será uno de sus últimos trabajos para crear una serie de personajes que no son sino una representación de la historia de su propio país. Con un guión escrito por él mismo  narra las hazañas cotidianas de nueve aventureros dispuestos a competir por un premio en metálico que ofrece un periódico local y que será para el que antes recorra a caballo un total de 700 millas. En la propuesta participan desde el personaje interpretado por Jackman, un vaquero llamado Sam Clayton siempre dispuesto a poner el esfuerzo por delante del resultado, hasta un desahuciado veterano de la confederación, un representante de los potentados que considera poseer el Oeste más que conocerlo, un británico aficionado a los desafíos deportivos, un joven que llega demasiado tarde a la aventura de ser cowboy, un tahúr astuto como requiere su profesión, una prostituta que necesita dinero para sacar a su marido de la cárcel... La panorámica trazada por todos ellos permite al espectador adentrarse en la decadencia del Lejano Oeste, con todas sus marcas de estilo, sus tópicos y también sus singularidades. Brooks sitúa la acción en 1906 y así entre sus personajes aparecen algunos antiguos rough riders, soldados de caballería que participaron como voluntarios en la guerra de Cuba en 1898. En un tiempo en el que el mundo de los caballos se despedía irremediablemente frente al empuje de las máquinas de vapor y de los nuevos inventos, la odisea de los nueve aventureros de Muerde la bala constituye todo un reto, aunque su tiempo ya haya terminado.

   Seguramente eso es lo que expresa el propio título del filme. “Muerde la bala” es lo que algunos cirujanos decían a sus pacientes cuando la anestesia, ese invento maravilloso patentado a mediados del siglo XIX por el odontólogo Horace Wells, todavía estaba muy lejos de existir. “Muerde la bala” constituye una expresión que podría resumirse como un aguanta lo más que puedas, tienes que soportar el dolor o lo que venga. Y en la película de Brooks la frase se hace evidente cuando aparece uno de los inolvidables personajes del filme, un mejicano interpretado por el actor Mario Arteaga que carga durante toda la película con el racismo imperante contra la gente de su país y además con un poderoso dolor de muelas. Él es el que tiene que, literalmente, morder una bala que cubre el orificio de una muela extirpada, hasta que consigan llegar al final de la carrera y pueda ser atendido por un dentista. En su caso el sentido del título es evidente, pero a morder la bala es a lo que se verán abocados otros personajes del filme ante un mundo que desaparece sin remedio.

   Como el mexicano interpretado por Arteaga tiene mucho de simbólico, Brooks le reserva la empatía del personaje principal de la película que, en un momento determinado, se solidariza con su condición reconociendo que él también proviene de antepasados mejicanos. Y es que Muerde la bala, con la excusa de referirse a un insoportable dolor de muelas y a una bala que sirve de improvisado y temporal empaste, es una historia de superaciones personales, de solidaridad, de poner por delante el esfuerzo antes que el éxito y de reconocer lo que realmente es valioso frente a lo que solamente proporciona unos segundos de gloria. En ese sentido el guión de Brooks está repleto de frases a recordar. Como la pronunciada por el protagonista ante el resultado de una prueba en la que, aunque no se les reconozca, son los animales quienes llevan el peso principal y a los que se les presupone una inteligencia natural de la que a veces algunos humanos parecen carecer. “Al caballo no le importa quien gane la carrera... ni a mí tampoco”, dirá el vaquero Clayton resumiendo su posicionamiento vital.

TÍTULO ORIGINAL: BITE THE BULLET DIRECCIÓN:
RICHARD BROOKS  GUIÓN: RICHARD BROOKS  INTÉRPRETES:
 GENE HACKMA, CANDICE BERGEN, JAMES COBURN, BEN JOHNSON,
 IAN BANNEN, JAN-MICHAEL VINCENT, ROBERT DONNER, JEAN
WILLES PRODUCCIÓN: COLUMBIA PICTURES NACIONALIDAD:
ESTADOS UNIDOS AÑO: 1975 DURACIÓN: 131 MINUTOS