La doncella (2016), dirigida por el cineasta coreano Park Chan Wook pertenece a ese tipo de películas sobre cuyo argumento es fundamental no contar demasiado porque funciona al modo de una matrioshka, una muñeca rusa en cuyo interior hay otra y dentro de esa otra y otra más. La sorpresa va conduciendo la trama desde el principio hasta el final, y los secretos se van revelando poco a poco, de modo que nada es lo que a primera vista pudiera parecernos. Incluso los puntos de vista del relato varían de manera que al final el puzzle tiene más piezas de las que imaginábamos.
Ambientada en Corea en los años 30, cuando el país estaba ocupado por los japoneses, la mujer que da título a la historia, la doncella, es en realidad una joven carterista llamada Sookee a la que un falso conde contrata para robar la herencia de Hideko, una mujer japonesa con una gran fortuna que vive recluida y dominada por un tiránico tío. Hasta aquí todo podía haber sido conocido y reconocido en otras historias, pero quien dirige el filme es Park Chan Wook, autor de trabajos como Old Boy, Simpathy for Lady Vengeance o Stoker. Es decir, en sus manos La doncella no podía convertirse en un filme convencional.
Bajo esta historia de secretos y mentiras subyace un relato repleto de sensualidad, y es en este apartado donde un elemento como la dentadura hace su aparición. La secuencia sobre la que fijaremos nuestro comentario está filmada y, sobre todo, iluminada, con exquisito cuidado. En el centro de una habitación la adinerada señora de la casa se encuentra dándose un baño, ayudada por su doncella. “Usted es mi bebé”, le dice la chica para resaltar el máximo cuidado con el que piensa atenderla, mientras le cuenta historias de una tía suya que solía darles caramelos a los niños a la hora del baño para que así relacionaran esa costumbre con algo tan agradable como un dulce. Mientras le escucha con gran interés, Hideko percibe que su muela se ha roto y la doncella idea un sistema para solucionar la molestia. El método consiste en frotar la pieza afectada con el dedal que lleva habitualmente Sookee y conseguir limar así todas las asperezas.
Park Chan Wook filma este sencillo remedio casero para una pieza dental rota como si se tratara de una secuencia erótica. Los primeros planos de ambas mujeres y de sus bocas, el sonido del dedal sobre la muela, las miradas que se cruzan, el ambiente que rodea a las dos protagonistas hecho de claroscuros, los juegos con el caramelo, la invitación a entrar en la bañera una vez que el problema dental está solucionado, convierten esos minutos en uno de los tramos más sensuales del filme.
El realizador coreano se rodea esta vez de algunos de los elementos que han sido una constante en su cine desde que comenzó a dirigir a principios de los años 90. En La doncella hay traiciones, mentiras, pasiones, historias de ambición y avaricia, perversiones, torturas y misterios. También se puede contemplar el ambiente opresivo de una época que el cineasta dibuja repleta de pequeños y exquisitos detalles. La doncella es en realidad una adaptación de la novela Fingersmith escrita por la escritora galesa Sarah Walkers en 2002 y ambientada en la era victoriana británica. Park Chan Wook echa mano de una estética oriental para dirigir a sus personajes a través de un laberinto de convenciones y falsedades dentro del que tejerá su sorprendente relato.
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Título original: Ah-ga-ssi
(The Handmaiden);
Año: 2016; Duración: 145 minutos; País: Corea del Sur; Dirección: Park
Chan-wook; Guión: Park Chan-wook, Jeong Seo-Gyeong
(Novela: Sarah Waters); Reparto: Ha Jung-woo, Kim Min-hee, Jo Jin-woong, Kim
Tae-ri, Moon So- ri, Kim Hae-suk; Productora: Moho Film / Yong Film |
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