"Después de cinco “
Torrentes”, aquellos brazos tontos de la
ley con los que
Santiago Segura empezó en 1998 y acabó en 2014, el
actor, guionista, director, actor de doblaje, concursante, presentador y
prácticamente todo lo que se le ponga por delante y tenga que ver
principalmente con el show, decidió atacar a los remakes de comedias. Lo hizo
en 2018 con
Sin rodeos, una nueva versión de
Sin filtro,
película chilena dirigida dos años antes por
Nicolás López, y que fue un
gran éxito en su país. Y lo ha vuelto a hacer con
Padre no hay más que
uno, que no es sino una versión de
Mamá se fue de viaje,
una película argentina que en 2017 dirigió
Ariel Winograd.
Santiago Segura se ha enfrentado a
las versiones de ambas comedias a su
modo, utilizando la línea argumental, pero cambiando los detalles. Así que no
hay que esperar encontrarse las mismas peculiaridades que en Mamá se fue
de viaje, donde los protagonistas son una pareja formada por el gerente
de unos grandes almacenes y un ama de casa que tienen cuatro hijos de los que
se encarga prácticamente ella que, cansada de que no se le valore el trabajo,
decide irse de vacaciones.
Aquí el protagonista es informático y, en eso sí coincide con la
película argentina, está mucho más
preocupado por su trabajo que por su familia. En este caso sus
reuniones, sus programaciones y sus clientes le llevan mucho más tiempo y
desasosiego que los cinco hijos que tiene en casa. Y es que Segura ha
hecho que su familia en la ficción una familia sea aún más numerosa que la de Mamá
se fue de viaje, probablemente inspirándose en una de las películas que
ha reconocido que fue su fuente de inspiración a la hora de emprender el
proyecto: La gran familia. Dirigida en 1962 por Fernando
Palacios La gran familia representó a una sociedad y a un tiempo
bien diferente al actual, y allí el número de vástagos se llegaba a multiplicar
por tres, hasta convertir a la familia de un aparejador y un ama de casa en un hogar con quince hijos, un abuelo y
hasta un padrino.
El caso es que Santiago Segura, que dirige y también
protagoniza el filme, es padre de cuatro niñas y un niño. Su hija mayor en la
ficción es en realidad una Youtuber, Martina D´Antioquia (14
años), más conocida hasta ahora por su canal “La diversión de Martina”,
que por sus trabajos en el cine. También ha elegido para formar a su familia a Luna
Fulgencia (8 años), una joven actriz que ya ha participado en varios
proyectos de cine y televisión, e incluso a sus propias hijas, Sirena (5
años) y CalmaSegura (11 años). Pero, para lo que se refiere al mundo de
los dientes, el personaje que nos interesa se llama Carlos González Morollón
(7 años), un niño para el que Padre no hay más que uno ha
supuesto su opera prima y que es el
único chico de la numerosa familia.
Carlos
interpreta a Dani, un niño muy travieso y que se encuentra viviendo una
época de enormes dudas, porque que se pasa el día preguntando todo lo que se le
ocurre, que es bastante. Dani también constituye uno de los personajes
que proporciona más gags, gracias a sus locas ideas de tratar de volar como un
superhéroe o experimentar con cualquier elemento que se le ponga a mano.
Además su estadio vital hace que tanto
él como sus compañeros de clase se enfrenten a un hecho inevitable: la caída de
los dientes de leche. Segura aprovecha repetidamente el tema y lo
utiliza en varias secuencias de Padre no hay más que uno. La
caída de uno de los dientes de Dani inicia un juego de confusiones y
malentendidos que ocupan unas cuantas conversaciones humorísticas de la película. El ratón Pérez, el fantástico
personaje que se encarga de dejar alguna moneda bajo la almohada de los niños
que han perdido algún diente, se llega incluso a materiaizar aquí en un roedor
metido dentro de una jaula al que Dani cree tener atrapado. Santiago
Segura y su coguionista Marta González de Vega, idean varias
situaciones para que, durante el tiempo que la madre se encuentra de
vacaciones, el padre tenga también que hacer frente a la desorbitada
imaginación del niño, convencido de que a lo mejor él también puede formar
parte del singular negocio del fantástico ratón, que popularizó a finales del
siglo XIX Luis Coloma.
Si Santiago Segura se ha sentido
atraído por referentes como La gran familia, no es extraño que
haya echado mano también de un personaje tan vinculado a la infancia de los
niños de este país como el famoso ratón. Las historias de Dani, sus
compañeros de clase, los dientes de leche, la materialización del ratoncito Pérez
en forma de roedor metido en una jaula y las propias aventuras fantásticas de ratones que se llevan los
dientes y dejan monedas debajo de la almohada, no aparecen en la película
argentina de Ariel Winograd. En su remake Segura ha añadido estas
historias de dientes, trampas, picaresca y juegos infantiles seguramente porque
tanto para él como para la coguionista el ratoncito Pérez constituye un
personaje estrechamente vinculado con la infancia de los niños de este país y
es posible que con las suyas propias.
Está claro que han cambiado mucho los
tiempos y que, por debajo de un relato repleto fantasía, los mayores son ahora
capaces de inventar chistes que tienen que ver con el negocio de una empresa
hecha de dientes de leche y monedas que aparecen de forma mágica. Pero, a pesar
de todo, las hazañas del ratón siguen manteniéndose en el imaginario de unos
niños con costumbres y juegos bien diferentes a los que vivieron hace más de un
siglo. Ha pasado mucho tiempo, pero la caída de los dientes siguen constituyendo
una frontera dentro de la infancia y los niños siguen depositando su diente de
leche debajo de la almohada esperando que al día siguiente Pérez haya pasado
por su habitación y les haya dejado una sorpresa.
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