La vida secreta de un dentista,
que pudo verse en distintos festivales,
incluyendo Cannes y Sundance,
empieza de la siguiente
manera: un dentista explora a un
paciente mientras una voz en off
nos dice:
“Los dientes duran más que
nada. La muerte no es nada para
un diente. Cientos de años en
suelo ácido, precisamente, mantienen
los dientes limpios. El fuego
que quemaría todo lo demás
-pelo, piel e incluso los huesosdeja
los dientes deslumbrantes…
La vida es lo que destruye los
dientes: biberones de zumo de
manzana sin diluir, gominolas,
el pH del agua potable, las tetraciclinas
y, si hubieras sido un
soldado en el ejército romano,
arena en el pan… Los dientes
son importantes. Los esquimales
abandonaban a sus ancianos en
la nieve cuando perdían los dientes,
sin importar que tuvieran
buena salud.
En mi experiencia, los dentistas
están convencidos de que no
pueden confi ar en que sus pacientes
se hagan cargo de sus propios
dientes. Aun así, no te puedes
entristecer cada mes por cada
diente, ni siquiera te puedes entristecer
por los peores. Únicamente
puedes enviar al paciente
a casa con el mayor número de
dientes posible.”
Con estas curiosas refl exiones
empieza esta película, cuyo
guión, escrito por el mismo director
y basado en la novela de
Jane Smiley The Age of Grief,
nos introduce en el seno de un
matrimonio constituido por dos
profesionales de la odontología
con tres hijas que se ve sacudido
imprevistamente ante el descubrimiento
de la posible infi delidad
de uno de ellos, mejor dicho,
de ella.
Lo curioso del planteamiento
es el silencio del marido, que decide
observar el comportamiento
de su esposa y dar rienda suelta
a las más osadas elucubraciones
y fantasías acerca de lo que, en
realidad, son sólo sospechas. Un
tercer personaje aparecerá en escena convirtiéndose en una especie
de álter ego del protagonista
y en él recaerán la mayoría
de los gags verbales, de los cuales
se vale Rudolph para descomprimir
la acción y arrancar una
sonrisa al espectador. El hallazgo
mayor es quizás que a pesar de
mantener la mirada y el punto de
vista del marido, que representa
lo masculino, la película termina
por ser profundamente feminista
y trastoca los roles en lo que tradicionalmente
conocemos como
un matrimonio tipo.
PARA TODA LA VIDA
En lo que nos concierne, esta película
plantea un curioso tema:
un cierto paralelismo entre los
dientes y el matrimonio. La imposibilidad
de mantener en buenas
condiciones una boca durante
toda la vida, se compara aquí con
la imposibilidad de que el matrimonio
sea para toda la vida.
La desconfi anza del dentista en
que los pacientes sean capaces
de cuidar sus propias bocas, se
mira desde el punto de vista de
la confi anza imposible entre los
dos miembros de una pareja.
Confi eso que nunca se me hubiera
ocurrido semejante idea.
Una curiosa película, en la que,
al margen del argumento y de
ciertas refl exiones originales que
transcribíamos al principio, se
toca un tema que me parece muy
importante y que la película trata
sin ambigüedades, por lo que
creo que es preferible continuar
con nuestra narración.
El dentista le dice al paciente
al que está explorando: “¿Sabe?
Aparte de estas caries, tiene
unos empastes muy malos”. A lo
que el paciente responde: “Jamás
he conocido ningún dentista
que haya dicho nada bueno del
trabajo de otro dentista.”
Y nosotros, que criticamos
tanto la imagen negativa que de
nosotros tiene el cine, nos encontramos
aquí con un tema que
desgraciadamente es real: los
comentarios tan a menudo negativos
sobre el trabajo realizado
previamente por un compañero.
No pretendo tampoco ponerme a
defender actitudes corporativistas,
sino denunciar ese ataque
sistemático que algunos dentistas
hacen del trabajo de sus compañeros,
generalmente con el fi n de
poder repetir trabajos y cobrar
por ellos.
Puedo entenderlo en algunos
casos: todos hemos visto trabajos
desastrosos de algún compañero
(también nuestros), pero, aun
así, no es ésta la manera en que
se debe de actuar. Quizá convenga
refl exionar sobre este tipo de comportamiento
que denuncia la película.
Al menos en esta secuencia, el paciente lo tiene claro. Continúo
transcribiendo:
- Paciente: Espero que su tratamiento
sea barato.
- Dentista: ¿Por qué?
- Paciente: Porque dentro de 5
años otro dentista me dirá que
tiene que repetir todo el trabajo
que usted me haga.
Da que pensar, ¿verdad? Esto no
da muy buena imagen de la profesión…
Pero en este caso, nos lo
hemos ganado. Toca hacer autocrítica
y preguntarnos dónde está, a
veces, nuestra ética profesional. |
La ética sirve tanto para los profesionales como los pacientes. Unos cuantos a sacar todo lo que se pueda que signifique € y unos muchos que buscan el empaste más barato. Spairish
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