domingo, 30 de mayo de 2010

LA VIDA SECRETA DE UN DENTISTA


El fi lme, cuyos protagonistas son una pareja de odontólogos, plantea un curioso paralelismo entre los dientes y el matrimonio. A la vez, invita a hacer autocrítica y a preguntarse dónde está, a veces, la ética profesional

La vida secreta de un dentista, que pudo verse en distintos festivales, incluyendo Cannes y Sundance, empieza de la siguiente manera: un dentista explora a un paciente mientras una voz en off nos dice: “Los dientes duran más que nada. La muerte no es nada para un diente. Cientos de años en suelo ácido, precisamente, mantienen los dientes limpios. El fuego que quemaría todo lo demás -pelo, piel e incluso los huesosdeja los dientes deslumbrantes… La vida es lo que destruye los dientes: biberones de zumo de manzana sin diluir, gominolas, el pH del agua potable, las tetraciclinas y, si hubieras sido un soldado en el ejército romano, arena en el pan… Los dientes son importantes. Los esquimales abandonaban a sus ancianos en la nieve cuando perdían los dientes, sin importar que tuvieran buena salud.
En mi experiencia, los dentistas están convencidos de que no pueden confi ar en que sus pacientes se hagan cargo de sus propios dientes. Aun así, no te puedes entristecer cada mes por cada diente, ni siquiera te puedes entristecer por los peores. Únicamente puedes enviar al paciente a casa con el mayor número de dientes posible.”
Con estas curiosas refl exiones empieza esta película, cuyo guión, escrito por el mismo director y basado en la novela de Jane Smiley The Age of Grief, nos introduce en el seno de un matrimonio constituido por dos profesionales de la odontología con tres hijas que se ve sacudido imprevistamente ante el descubrimiento de la posible infi delidad de uno de ellos, mejor dicho, de ella.
Lo curioso del planteamiento es el silencio del marido, que decide observar el comportamiento de su esposa y dar rienda suelta a las más osadas elucubraciones y fantasías acerca de lo que, en realidad, son sólo sospechas. Un tercer personaje aparecerá en escena convirtiéndose en una especie de álter ego del protagonista y en él recaerán la mayoría de los gags verbales, de los cuales se vale Rudolph para descomprimir la acción y arrancar una sonrisa al espectador. El hallazgo mayor es quizás que a pesar de mantener la mirada y el punto de vista del marido, que representa lo masculino, la película termina por ser profundamente feminista y trastoca los roles en lo que tradicionalmente conocemos como un matrimonio tipo.

PARA TODA LA VIDA
En lo que nos concierne, esta película plantea un curioso tema: un cierto paralelismo entre los dientes y el matrimonio. La imposibilidad de mantener en buenas condiciones una boca durante toda la vida, se compara aquí con la imposibilidad de que el matrimonio sea para toda la vida.
La desconfi anza del dentista en que los pacientes sean capaces de cuidar sus propias bocas, se mira desde el punto de vista de la confi anza imposible entre los dos miembros de una pareja. Confi eso que nunca se me hubiera ocurrido semejante idea.
Una curiosa película, en la que, al margen del argumento y de ciertas refl exiones originales que transcribíamos al principio, se toca un tema que me parece muy importante y que la película trata sin ambigüedades, por lo que creo que es preferible continuar con nuestra narración.
El dentista le dice al paciente al que está explorando: “¿Sabe? Aparte de estas caries, tiene unos empastes muy malos”. A lo que el paciente responde: “Jamás he conocido ningún dentista que haya dicho nada bueno del trabajo de otro dentista.”
Y nosotros, que criticamos tanto la imagen negativa que de nosotros tiene el cine, nos encontramos aquí con un tema que desgraciadamente es real: los comentarios tan a menudo negativos sobre el trabajo realizado previamente por un compañero.
No pretendo tampoco ponerme a defender actitudes corporativistas, sino denunciar ese ataque sistemático que algunos dentistas hacen del trabajo de sus compañeros, generalmente con el fi n de poder repetir trabajos y cobrar por ellos.
Puedo entenderlo en algunos casos: todos hemos visto trabajos desastrosos de algún compañero (también nuestros), pero, aun así, no es ésta la manera en que se debe de actuar. Quizá convenga refl exionar sobre este tipo de comportamiento que denuncia la película. Al menos en esta secuencia, el paciente lo tiene claro. Continúo transcribiendo:
- Paciente: Espero que su tratamiento sea barato.
- Dentista: ¿Por qué?
- Paciente: Porque dentro de 5 años otro dentista me dirá que tiene que repetir todo el trabajo que usted me haga.
Da que pensar, ¿verdad? Esto no da muy buena imagen de la profesión… Pero en este caso, nos lo hemos ganado. Toca hacer autocrítica y preguntarnos dónde está, a veces, nuestra ética profesional.

1 comentario:

  1. La ética sirve tanto para los profesionales como los pacientes. Unos cuantos a sacar todo lo que se pueda que signifique € y unos muchos que buscan el empaste más barato. Spairish

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