viernes, 30 de abril de 2010

IN THE LOOP


La vorágine de los medios de comunicación y la política llega al paroxismo en esta sátira trepidante, donde el frenético ritmo de vida no deja tiempo para ir al dentista

No estaría demás recordar a nuestros políticos y, en general, a toda la gente muy ocupada, que no se deben dejar de lado las revisiones dentales, las consecuencias pueden ser gravísimas... Si no me creéis, ved la película

In the Loop se desarrolla en un momento en el que Estados Unidos y Gran Bretaña pretenden iniciar una guerra que identificamos rápidamente con Irak y con la búsqueda de las armas de destrucción masiva. Empieza ahí toda una serie de reuniones, de discusiones y de luchas de poder en las que lo más importante es estar entre quien toma las decisiones.

Todo esto tiene lugar en una locura de idas y venidas, de carreras, de citas, de reuniones, de viajes y de discusiones, entre un reparto de personajes desquiciados que se insultan y se obsequian unos a otros con multitud de comentarios irónicos, viperinos y, sobre todo, hirientes. El humor es típicamente inglés, como el que nos muestra el director de Comunicación Malcolm Tucker -interpretado por Peter Capaldi y parece que inspirado en un personaje real, Alistair Campbell, que fue secretario de Prensa de Tony Blair- y el alto cargo para el que trabaja, el secretario de Estado británico para el Desarrollo Internacional, un torpe Simon Foster, interpretado por Tom Hollander.

Nuestros protagonistas, políticos, periodistas y asesores, se mueven, hablan y actúan durante toda la película a un ritmo delirante, demencial. Los diálogos son brillantes, rápidos, no dan tregua, no se puede bajar la atención ni un segundo. A partir de ahí, el espectador, agotado, se limitará a reírse de algunos comentarios cáusticos –aunque quizá, si tuviera tiempo para pensarlo, debería ponerse a llorar-. Es imprescindible para entender la mayor parte de lo que se dice en la película conocer bien la actualidad política, el mundo televisivo y mil cosas más. Mucho humor negro y sí, no nos olvidamos, en esta película también se habla de dientes y dentistas.

Es más, el primer malentendido, el que da lugar a la sospecha de que se está organizando una reunión de vital importancia, es una conversación, casi un cuchicheo que dos personajes observan, pero no pueden escuchar. Nuestros personajes están seguros de que las dos mujeres (Mimi Kennedy y Anna Chlunsky) están tratando información altamente confidencial de política internacional. Luego, la cámara se acerca a ellas y asistimos como testigos privilegiados a la conversación, que al final resulta ser un simple comentario sobre el dolor de dientes que sufre una de las protagonistas y su falta de tiempo para acudir al dentista.

A lo largo de toda la película seguiremos viendo cómo nuestro personaje sigue con su dolor, su sangrado de encías y sus problemas bucales… pero su estrés de vida no le deja tiempo para su revisión dental. Cierto que esta conversación es puramente anecdótica. Las dos mujeres podrían haber hablado de cualquier otro tema personal, y eso hubiera hecho sospechar igualmente al resto de los personajes. Pero, por si acaso, y vistas las consecuencias de la dichosa conversación, no estaría demás recordar a nuestros políticos que acudan a sus dentistas regularmente. Esto es válido para toda la gente muy ocupada, no se deben dejar de lado las revisiones dentales, las consecuencias pueden ser gravísimas... Si no me creéis, ved la película.

1 comentario:

  1. Si Cibela, uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde o empieza a molestarle.Siempre pienso en los Dentistas o Dentistos ( por las dudas no sea cosa que la Academia lo haya aceptado), no se sienten mal en saber que en un altisimo porcentage los van a ver cuando ya el dolor los vence ?.Las disculpas pueden ser muchas, el trabajo, el stress, los niños, la vida social , la suegra, el perro , el gato, todo vale para no dar la cara, mejor dicho, abrir la boca.
    Si ,los politicos tendrías que ir más al dentista, pero sobre todo deberían ir al Parlamento que para eso y otras cosas se les paga.
    El Chatarrero

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