miércoles, 30 de marzo de 2011

RESACÓN EN LAS VEGAS




En la película se plantea ese cierto complejo de inferioridad que padecen algunos dentistas frente a los médicos


Stu, uno de los protagonistas, es un odontólogo un poco bobalicón que se despierta después de una juerga con un anillo de casado y sin un diente
Reconozco que con este título no me animé a asistir al estreno de esta película. Fue a raíz de su inclusión en un ciclo de cine en versión original cuando decidí verla, más que nada porque es un ciclo que conozco, y los títulos que suelen elegir son siempre interesantes. Les di un voto de confianza y, pese a lo mal que sonaba el título, y con muchos prejuicios, fui a verla. Supongo que si los hechos se hubieran relatado de manera lineal, no hubiera tenido ningún interés. Pero es precisamente esta forma de contarla, viendo desde el principio el resultado de la noche de juerga y la absoluta amnesia de los protagonistas, lo que hace que la película resulte especial, divertida y recomendable. Ya al final, una estupenda secuencia de fotos nos dará todas las claves de esta noche loca. Pero vayamos a lo nuestro. Uno de los personajes, Stu (Ed Helms) es un dentista. Nos lo presentan como un hombre un poco bobalicón y a quien le toca pagar todo. Se despierta de la juerga con un anillo de casado y sin un diente. La película nos irá dando poco a poco las explicaciones a esto. En cualquier caso, el tema que quiero plantear en torno a los dentistas en este caso, y que se esboza en la película, es ese cierto complejo de inferioridad que padecen los dentistas frente a los médicos. En distintas ocasiones nuestro personaje se presenta a sí mismo como “doctor”, utilizando este término como sinónimo de médico. En efecto, la gente solía llamar, y aún lo hace, doctor al médico, aunque este término se refiera a cualquier persona que tenga un doctorado, y desde luego muchos médicos y dentistas no tienen este título. El caso es que Stu juega con esta incorrección y uso común del lenguaje coloquial para hacerse pasar por médico. Sus amigos, en un afán de hacerle pasar por tonto, siempre que él se presenta como doctor, replican: “No hagas caso, no es médico, es dentista”. No sé si ese pequeño complejo que aquejaba a ciertos dentistas ha existido, existe o existirá en el futuro. Lo cierto es que en otros países los estudios estaban planteados de tal forma que después del primer año de medicina, y en función de tus notas, podías escoger entre Odontología y Medicina. Así que muchos estudiantes cuya nota no alcanzaba para estudiar Medicina terminaban estudiando Odontología. Esto creó cierto desprecio por parte de los médicos a los dentistas y cierto complejo en los dentistas con respecto a los médicos. Por suerte, en España las cosas no han sido así. Hasta hace unos años los dentistas eran médicos especializados en Estomatología y desde nuestra entrada en la Unión Europea los odontólogos provienen directamente de las facultades de Odontología. Pero puesto que la película plantea el tema, supongo que este pequeño problema sigue existiendo ¿Tienen complejo de inferioridad los dentistas cuando se comparan con los médicos? Y en cualquier caso, ¿por qué a muchos el término dentista, con el que se nos conoce en la calle, les molesta? Ha habido muchas críticas en cuanto al cambio de nombre de algunos colegios que desde el rimbombante nombre de “Ilustre Colegio de Odontólogos y Estomatólogos de…” han pasado a llamarse simplemente “Colegios de Dentistas de…”. Esta denominación sencilla, que nos acerca a los ciudadanos, ya que es así como nos conocen, ha molestado a algunos profesionales, que comentan que ellos no son dentistas sino médicos estomatólogos… Así que esos sentimientos, complejos o como queramos llamarlos también existen aquí. Algo hay. Deberíamos analizar qué es lo que nos molesta. La polémica está servida.



2 comentarios:

  1. La polémica entre dentistas y otros médicos no se cómo la sentiréis, porque no soy ni lo uno ni lo otro y para mí, si su profesionalidad es la adecuada, no me provoca ningún problema, pero no es la única que hay en España sobre titulitis. En concreto me refiero al intento de algunos ingenieros de no ser confundidos con el ingeniero técnico correspondiente a su misma especialidad y llegan a poner en sus tarjetas de visita el inexistente título de "Ingeniero SUPERIOR" de tal y cual.

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  2. Yo que soy las dos cosas corroboro los criterios, tanto de la entrada principal como del comentario.
    Las implicaciones emocionales de las circunstancias son diversas, y cada cual las lleva a sus espaldas, sufriendo o disfrutando.
    La verdadera competición debemos hacerla con nosotros mismos, pero para ello, primero tenemos que perder un montón de veces contra los demás.

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