Animal Kingdom cuenta la historia de Joshua “J” Cody (James Frecheville), quien, tras morir su madre, debe ir a vivir a Melbourne con sus tíos, con los que, hasta ahora, no ha tenido prácticamente ningún contacto. Será acogido por su abuela Smurf (Jackie Weaver). Aunque se adaptará rápidamente a su nueva vida, no tardará en descubrir que el mundo donde se mueve su familia es mucho más peligroso de lo que él podría pensar. Un policía, Nathan Leckie (Guy Pearce), debe convencer a “Jota” para que sea su testigo. Para sobrevivir, J deberá elegir qué lugar quiere ocupar dentro de ese submundo donde le ha tocado vivir.
La película se estrenó el año pasado en nuestras salas de cine precedida por numerosas nominaciones a los AFI –que son en Australia el equivalente a los Oscars–. También cuenta con una nominación a los Globos de Oro a Mejor Actriz Secundaria, para Jackie Wever, quien interpreta a la fascinante abuela de esta complicada familia. No podemos olvidar que, además, el filme recibió el Premio del Jurado en la última edición del Festival de Sundance. La ópera prima de David Michôd entusiasmó al público en el Festival y en nuestro país ocupó un lugar muy digno en una cartelera a menudo llena de películas aburridas, tontas, previsibles y vacías.
RECOMENDABLE
Estos premios me prometían pasar una buena tarde de cine. Sin embargo leí varias críticas bastante negativas sobre la película, así que fui cargada de dudas. Pero tocaba, ya era hora, disfrutar de cine, así que de verdad quiero recomendaros esta película que a mí me ha fascinado, aunque sigo sin llegar a captar muchos de los mensajes, apenas pinceladas, que nos da su director.
En cuanto al tema dental, que es al fin y al cabo el tema de este artículo, hay que estar atentos al final de la película. En una plácida escena donde la abuela de nuestra historia charla tranquilamente con una vecina, se oye de fondo la voz del presentador de un programa. Nuestro personaje dice la siguiente frase. “Los directivos de esta cadena deberían cuidar más al presentador. No tiene los dientes en su sitio. No lo hace mal, pero tiene una boca repugnante”.
Esta frase, dicha así, sin que tenga mayor trascendencia en la película, ya que pretende reflejar sin más una conversación trivial entre dos mujeres que están mirando un programa distraídamente, me hace pensar que lo mío no es deformación profesional. Hay que tener en cuenta además que los personajes que hablan no los sitúa el guión en una clase acomodada, sino en una familia de delincuentes bastante marginal, y esto da aún mayor peso al comentario.
Personalmente siempre me fijo, sin quererlo, en los dientes de los que me rodean. Una boca descuidada puede dar mala impresión cuando se trata de gente “normal”, gente de la calle, pero son personas que no viven de su imagen. Sin embargo, un presentador o cualquier personaje público debería cuidar sus dientes. Y no lo digo yo que soy dentista... Esas palabras las coloca el guionista en la boca de una ciudadana de a pie, aunque de normal no tenga más que la fachada, ¡porque la abuelita es de armas tomar!
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